jueves, 29 de mayo de 2008

¿Principio de reciprocidad?

No es secreto casi para nadie que desde los años '90, y especialmente después del 11 de septiembre de 2001, se han endurecido considerablemente las normas para ingresar a territorio de la Comunidad Europea. Este tipo de normas se han ido multiplicando en distintos países europeos, aun por sobre las disposiciones europeas, ya de por sí bastante restrictivas. Así por ejemplo, a los visitantes se les exigen toda clase de documentos, cartas, certificados, comprobantes de solvencia económica, fotografías, reservas de Hotel, cartas de invitación, hechas a su vez por ciudadanos europeos (o residentes legales), a quienes a su vez se les exige ser personas solventes, con disponibilidad de espacio, ser propietarios o haber un contrato de arriendo legalizado.

Si bien, cuando se habla de este endurecimieno de normas, se tiende a pensar en España e Italia, estas se verifican incluso en países "progresistas" y social-democratas, con fama de muy permisivos y liberales, como Holanda. Donde por ejemplo, para optar a la reunificación familiar se les exige un examen de "Lengua y Cultura Holandesa". Es decir, si alguién que trabaja en Holanda quiere llevar a su familia (conyuge, hijos) a vivir con él, estos deben pasar el examen, en caso contrario no son permitidos. Habría que preguntarse, que haría con los holandeses, que por diversos motivos no pasaran en examen de "holandidad", si les los aplicaran, claro. ¿Los exilirían por ser "culturalmente poco holandeses"?. Esperando, por ejemplo, que los 500 mil holandeses que hablan frisón, sepan bien el holandés.

Estas normas tienen como consecuencia que cada año son deportados miles de latinoamericanos, que son retenidos en aeropuertos donde se les ha negado la entrada a Europa, bajo el argumento de no cumplir los requisitos para ingresar como turistas. Detensiones, en muchas oportunidades ilegales, de acuerdo a la Convención Internacional de los Derechos Humanos, firmada por todos los países europeos. Ante esta situación, ¿qué hacen los países latinoamericanos?, casi nada, exepción hecha de Brasil. El resto se limita a una carta de protesta, la que es respondida con un simple, "a veces algunos agentes de aduanas cometen ciertos errores" (reducen una política a una serie de eventos particulares), "la gran mayoría fue expulsada por intentar ingresar maliciosamente" (se criminaliza a los inmigrantes, pues quien nada hace no debería temer); o bien, estas acciones se hacen "contra las mafias de tráfico de inmigrantes, y tienen como objeto la seguridad de los propios extranjeros" (los expulsamos por su bien).

A su vez, en las aulas y los pasillos de las facultades de derecho, cuando se enseña derecho internacional, se habla de una cosa llamada "principio de reciprodidad en las relaciones internacionales", el cual señala que ningún país está obligado con otro a hacer más concensiones que las que son otorgadas por aquel. Es decir, todo aquello que me exigen a mi, se lo exijo a ellos; y que yo no permito más de lo que me permiten a mi. Así pues, el principio de reciprocidad es uno de los fundamentos del derecho internacional, y se relaciona con el ejercicio de la soberanía de un país. Reduciéndose a una cosa simple, si a mis ciudadanos les niegan el libre tránsito en tu país, entonces yo les niego a los tuyos el libre tránsito por el mío. Simple.

Ahora bien, en relación a la normas y requisitos para entrar al respectivo país, ¿por qué no se aplican las mismas que se les exigen a los ciudadanos de cada país?. Pongamos un ejemplo, Chile e Italia. Un ciudadano chileno que quiera entrar a Italia como turista debe, a su llegada al país portar una cantidad determinada de dinero (de acuerdo a una tabla) mas una carta de invitción, o una reserva en un Hotel. Si va a permancer más de 8 días, debe dirigirse a la Oficina de Inmigración de la Prefectura de Policia a solicitar un Permiso de Estada por Turismo. En dicho trámite debe portar, junto al pasaporte y el formulario lleno, un seguro de salud valido en Italia, una declaración de la persona que lo hospeda (junto a su Carta de Identidad, y la fotocopia de ésta) o del Hotel donde se va a quedar (se puede presentar el Voucher del Hotel, si esta prepagado); y medios económicos suficientes expuestos o documentados. En dicho trámite, le pueden rechazar el permiso, poniendo fin al mito, de que los chilenos no necesitamos visa para entrar a Europa.

Es decir, como nominalmente no nos solicitan una Visa para viajar a Italia como turistas, a un italiano que viaja a Chile no se le pide nada, y puede viajar tranquilamente durante 90 días, sin necesidad de presentarse en Extranjería, que por fortuna en Chile, no se hace en un cuartel de policía, sino en las Gobernaciones Provinciales. Simple, el italiano compra el pasaje, se sube al avión y listo, no se le pide nada más, y es lógico. El chileno en cambio debe llegar con una serie de documentos (cartas, ceritificados, dinero), luego ir a la Policia italiana a justificar que no viene a quedarse ilegalmente, que es un tipo solvente, que tiene donde dormir, que el amigo que lo recibe es solvente también. Lo cual es absurdo, considerando los tratados existentes entre Chile y la Comunidad Europea.

En consecuencia, ¿dónde quedó el principio de reciprocidad?. ¿Qué hacen los estados latinoamericanos para respetarlo? La verdad hacen bien poco, salvo Brasil que ha comenzado a exhigir a los ciudadanos de Estados Unidos los mismos requisitos que les piden a los cariocas en el país del Norte, que inlcuyen huellas digitales, una fotografía en el aeropuerto, entre otras cosas; o como lo ha comenzado a hacer con los turistas españoles, luego de que una pareja de estudiantes brasileños que viajaba a un congreso en Portugal fueran "retenidos" una semana en el Aeropuerto de Barajas (Madrid), a pesar de la intevención de la embajada de Brasil, siendo deportados luego, sin el reembolso del pasaje, desde luego.

En nuestro caso, ¿qué se puede esperar? Me gustaría que se comenzara con lo evidente. Comenzar a pedirles una carta de invitación (con todo el papeleo que implica, en cada país), que se les exijan seguros, dinero, y sobre todo, ir a perder el tiempo a una estación de policía. Luego, una acción decidida en organismo internacionales, para acabar de una vez la posibilidad de quedar al arbitrio de un oficial de inmigración xenófobo, malhumorado o que tuvo un mal día. Es simple es obligación del Estado de Chile, y sus instituciones el velar por la seguridad e integridad de sus ciudadanos, particualrmente en el exterior, y cada vez que un ciudadano ve atropellados sus derechos, se esperaría una protesta energica, acciones concretas.

Pero como dijo un señor de nombre Luis Alfredo Duarte, sobre la actitud de los gobiernos latinoamericanos al respecto: "... mucho saben de soberbia y desdén frente a sus propios ciudadanos, pero que en el mundo internacional viven postrados de rodillas sobre duros suelos de marmol".

2008

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