jueves, 2 de octubre de 2008

Sobre derechos y obligaciones 1: Eutanasia

Como tantos otros conceptos de gran actualidad, que se creen ligados al desarrollo de las sociedades modernas, la eutanasia remite a los lejanos orígenes de la civilización occidental en la Grecia antigua. Literalmente "ευ" (bien)" θανατος" (muerte), es decir, "muerte buena". Su actualidad se explica, principalmente porque está asociada a un campo aún mayor, que es de las "libertades humanas".

En la lucha por lograr desprenderse de las cadenas de la religión, el conservadurismo y las determinaciones morales que restringen la vida de los seres humanos en el mundo, el liberalismo promueve la posibilidad de que cada uno tenga el derecho a decidir sobre cada aspecto de su vida, incluida la muerte. Lo cual, como principio no tiene nada de negativo, al contrario, pues le entrega la responsabilidad de la vida a cada uno.

El problema radica, en cuanto esta voluntad de responsabilizar a cada uno de sus actos y de cada uno de los aspectos de su vida se hace por imposición Estatal. Por medio de cuerpos legales, que sancionan una serie de derechos, que luego se transforman en obligaciones que el marco jurídico-administartivo debe garantizar. Cual si nos vieramos constretos a alcanzar por la fuerza la "mayoría de edad" que pregonaba Kant en la ilustración.

Pues bien, la imposición de un "derecho" personal sobre otros derechos, por medio del control y la planificación estatal, nos acerca peligrosamente al fascismo. Un tema es la libertad de decidir sobre nuestro propio cuerpo, y otro que el Estado, para asegurar dicho derecho obligue a terceros a hacer cosas sobre nuestro propio cuerpo, o a decidir sobre él. En este sentido, ¿es la eutanasia un derecho?, pues bien, no lo es. Es una desición.

La única frontera que aun no se traspasa del todo. Es aquella que sentencia quien tiene derecho a decidir. ¿El individuo particular, o una entidad superior?, ¿el enfermo terminal, o una comisión médica? El riesgo cual es, al sancionar como derecho la "eutanasia", una "muerte sin dolor" o "terminar con el sufirmiento inútil", que en muchos casos el enfermo no se halla en pleno uso de sus facultades mentales para decidir, o declaramente está incosciente, y debe ser el Estado (el garante) quien debe hacer cumplir ese derecho.

Ese es exactamente el punto donde un supuesto derecho se puede transforma ren herramienta de control de carácter fascista. En un caso extremo, es el Estado quien decide quien debe morir y quien no. Algo no muy distinto a los que introdujeron los nazis, con el concepto de la "vida indigna de ser vivida", por ejemplo, pero claro ellos la aplicaban en el marco de la "eugenesia" (políticas de mejoración de la raza), y extendieron el concepto a "enfermos mentales", discapacitados, determinado tipo de delincuentes y disidentes políticos. Sin embargo el principio que está en la base es el mismo. El Estado tiene el control de todos los aspectos, incluso los naturales.

¿Tenemos derecho a decidir cómo y cuándo morir? No. Quizás nos merecemos ese derecho, pero las leyes naturales nos lo han negado. Una de las caractrísticas de ser un ser vivo, es estar regido por las leyes de la biología, independiente de lo que queramos o decidamos, estas leyes se cumplen. Queramos morir o no, vamos a morir igual, queramos o no vamos a envejecer, a sumar achaques, enfermedades, o no vamos a poder resistir un accidente o el ataque de u tercero. Claramente hay infinidad de cosas sobre las que no tenemos control, y no tenemos porque tenerlo.

Una persona, obviamente, puede decidir si quiere someterse a un tratamiento terapéutico, e incluso a suspender un tratamiento, aún sabiendo que vamos a morir. El médico tiene la obligaión de informarnos, y dejarnos claras las consecuencias más probables de cada opción que tomemos. Pero él, no tiene la obligación de hacernos lo que nosotros queramos. Si queremos una inyeccción letal, no tenemos porque obligar a las estructuras estatales a proporcionárnosla, y menos obligar a un médico a aplicarla.

La eutanasia garantizada en la legislación, como un derecho inalienable del individuo, como medio de planificación es un absurdo. Es un acto innatural, pues niega uno de los aspectos centrales enla naturaleza propia de la muerte, el sufrimiento. Por desgracia, las personas sufren, es normal. Por desgracia, hay enfermedades que nos dejan prostrados y que se nos dan años de sufrimiento. Si no le informamos al médico que no queremos tal o cual tratamiento, él esta obligado a hacer lo humanamente posible por mantenernos con vida. La vida, si es un derecho.

Evidentemente, apelando a un caso extremo y concreto (un hombre inconsciente sufiriendo por 15 años, y sin posibilidad de mejorarse), el sentido común nos dice, "desconéctenlo, que pare de sufir". En ese caso particular, puedo estar de acuerdo, pero el problema es el principio que se instala. Un ente externo (el Estado, los médicos o la familia), en último término puede decidir quien vive y quien no, o quien se merece un tratamiento y quien no.

Ahora bien, al ser una desición y no un derecho, la correcto sería des-judicializar su debate. Por un lado, no se debe perseguir penalmente a quienes ayuden a terminar la vida de una persona moribunda, acusándolo de homicidas (o complices), pues hay consentimiento. Pero tampoco se puede perseguir u hostigar a quienes se nieguen a hacerlo, pues no tienen ninguna obligación, no tienen por que hacer efectivo un "derecho" que no es tal. En el sentido, que los derechos son obligaciones para el marco politico-jurídico que los reconoce.

Es un tema de desiciones personales, no de derechos. En resumen, si Ud. quiere suicidarse, hágalo, pero no obligue a otra persona a que lo haga por usted. No le exija al Estado el "derecho" a que un médico, o un hospital, acabe con sus días para detener susufrimiento, o lo "asista" en su suicidio. Ahora bien, si alguien se ofrece, y quiere ayudarlo, pues bien ese es su problema. Quizás habría que despenalizar el suicidio, y eliminar la figura del cómplice.

2008