A casi un mes de celebradas las elecciones en las que Silvio Berlusconi volvió a ser elegido como Presidente del Consejo de Ministros, el nuevo gobierno comienza a mostrar la dureza de su línea programática. Una de sus primeras acciones es la redacción de un proyecto de Ley que tiene como objetivo declarar la inmigración ilegal como delito, lo que significa que si se sorprende a alguien que no posee sus documentos en regla, este puede ser automáticamente detenido, encarcelado y posteriormente deportado.
La inicativa, promovida por el Ministro del Interior, Roberto Maroni (un ex-marxista-leninista de "Democrazia Proletaria", allá por 1979), recoge una vieja aspiración de la "Lega Nord", que busca cerrar las fronteras del país y expulsar a millones de extranjeros del territorio italiano. La fórmula es simple, luego de varios años de una campaña mediática se ha instalado en el imaginario colectivo italiano que el país se ha vuelto inseguro, ha aumentado la delincuencia (lo cual no es verdad), y se han degradado las ciudades; y que estos fenómenos son consecuencia de la inmigración. Es decir, han repetido hasta el hartazgo que los inmigrantes son portadores de inseguridad, violencia y degrado de las condiciones de vida, particularmente los de origen gitano o balcánico (albaneces, rumanos y búlgaros, preferentemente), pero también africanos, indo-asiaticos o latinoamericanos.
Ahora bien, siendo justos, no debe olvidarse que los arrebatos xenófobos no son patrimonio de la derecha nacionalista italiana (Lega Nord o Allianza Nazionale), ya el gobierno anterior (de tipo Social-Democrata) había firmado una Ley para expulsar a cualquier extranjero que sea "declarado un peligro para la seguridad pública", como respuesta al asesinato de una mujer a manos de un rumano. La novedad en el actual caso, es que se instala el hecho mismo de ser "extranjero indocumentado" como un delito, es decir, ya no son los actos de las personas las constitutivas de delito, sino su condición objetiva.
Las ideas de Maroni, apuntan en dos direcciones, una cerrar las fronteras de la Unión Europea, para impedir el reingreso de los "expulsados"; y segundo, a renegociar la norma de libre tránsito en la Unión, para impedir la llegada de los nuevos ciudadanos europeos del este. De esta forma han puesto a trabajar a un grupo de juristas (no se porque, me recuerda un poco a las leyes de Nuremberg) para analizarr todas la posibilidades que haya de suspender el Tratado de Schengen, que desde 1995 permite el libre tránsito de los ciudadanos comunitarios. Lo cual no es un tema menor, pues de abolir el libre tránsito, Italia corre el riesgo de ser expulsado de la Comunidad Europea.
El argumento que está detrás, es el viejo y conocido: "razones de seguridad nacional", una forma elegante de decir, para "asegurar el espacio vital a los italianos" (podrían haber sido arios), debemos deshacernos de la "lacra extranjera" (podría haber sido judía) que ensucia nuestras ciudades, ocupa nuestros puestos de trabajo y pone en peligro a nuestras familias. De hecho, la norma proyecta la creación de "Campos de Concentración" (de tránsito, perdón), donde los extranjeros sin documentos, serían inmediatamente encarcelados, hasta un plazo de 18 meses antes de ser deportados.
Se argumenta además, que existen cerca de medio millón de extranjeros indocumentados en Italia, lo cuales no trabajarían y se dedicarían a actividades delictivas. Es decir, si de 60 millones de habitantes en Italia, un 4,5% corresponde a extranjeros documentados, al sumarle esos 500 mil de indocumentados se llegaría a una cifra total de solo un 5,3% de la población de origen extrangero; muchos de los cuales son nacidos en Italia, pues este país no reconoce el derecho de optar a la nacionalidad a un nacido en Italia que no tenga origen Italiano.
Ahora bien, lo que ninguno menciona jamás en los medios, es que ese 5,3% produce el 9,2% del producto interno bruto italiano, es decir se trata de un colectivo que viene a Italia a trabajar, y que su participación en la economía tiene un impacto positivo. Tampoco se menciona que más allá de su nacionalidad, son seres humanos poseedores de una serie de derechos consagrados en la constitución italiana, y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (los menores de edad, además en la de Derechos del Niño); y que en tanto país firmante, dicha declaración es vilculante, es decir obliga a la legislación nacional a adaptarse a estos principios fundamentales.
Menos aún se hace alusión, a que el principal problema de "inseguridad" y delincuencia lo provoca la Mafia, la cual presenta un pasado reciente con altísimos índices de asesinatos, corrupción de funcionarios públicos, policías, jueces y políticos; índices que han descendido progresivamente, justo en la misma medida que se "creaba la sensación de inseguridad" a través de los medios de comunicación, cuando comenzaron a llegar extranjeros.
En fin, quizás lo que llama más la atención es la escasa atención que este hecho provoca en los medios, casi nadie reacciona al hecho de estar asistiendo al reflotamiento de políticas de tipo nazi-facistas. Como si no tomaran consciencia que se violarán "legalmente" los derechos de decenas y cientos de miles de ser humanos, solo por el hecho de no ser "italianos".
Quizás lo más triste, es que impedir la entrada de inmigrantes, y expulsar a cientos de miles que han hecho su vida en este país, no es más que la respuesta a las promesas de campaña, por las cuales estos señores resultaron electos. No olvidemos que en algunas las regiones del norte de Italia, la Lega Nord obtuvo casi un tercio de los votos, y que en Roma eligieron como alcalde a un "ex-fascista", que prometio expulsar a 20 mil indocumentados.
La inicativa, promovida por el Ministro del Interior, Roberto Maroni (un ex-marxista-leninista de "Democrazia Proletaria", allá por 1979), recoge una vieja aspiración de la "Lega Nord", que busca cerrar las fronteras del país y expulsar a millones de extranjeros del territorio italiano. La fórmula es simple, luego de varios años de una campaña mediática se ha instalado en el imaginario colectivo italiano que el país se ha vuelto inseguro, ha aumentado la delincuencia (lo cual no es verdad), y se han degradado las ciudades; y que estos fenómenos son consecuencia de la inmigración. Es decir, han repetido hasta el hartazgo que los inmigrantes son portadores de inseguridad, violencia y degrado de las condiciones de vida, particularmente los de origen gitano o balcánico (albaneces, rumanos y búlgaros, preferentemente), pero también africanos, indo-asiaticos o latinoamericanos.
Ahora bien, siendo justos, no debe olvidarse que los arrebatos xenófobos no son patrimonio de la derecha nacionalista italiana (Lega Nord o Allianza Nazionale), ya el gobierno anterior (de tipo Social-Democrata) había firmado una Ley para expulsar a cualquier extranjero que sea "declarado un peligro para la seguridad pública", como respuesta al asesinato de una mujer a manos de un rumano. La novedad en el actual caso, es que se instala el hecho mismo de ser "extranjero indocumentado" como un delito, es decir, ya no son los actos de las personas las constitutivas de delito, sino su condición objetiva.
Las ideas de Maroni, apuntan en dos direcciones, una cerrar las fronteras de la Unión Europea, para impedir el reingreso de los "expulsados"; y segundo, a renegociar la norma de libre tránsito en la Unión, para impedir la llegada de los nuevos ciudadanos europeos del este. De esta forma han puesto a trabajar a un grupo de juristas (no se porque, me recuerda un poco a las leyes de Nuremberg) para analizarr todas la posibilidades que haya de suspender el Tratado de Schengen, que desde 1995 permite el libre tránsito de los ciudadanos comunitarios. Lo cual no es un tema menor, pues de abolir el libre tránsito, Italia corre el riesgo de ser expulsado de la Comunidad Europea.
El argumento que está detrás, es el viejo y conocido: "razones de seguridad nacional", una forma elegante de decir, para "asegurar el espacio vital a los italianos" (podrían haber sido arios), debemos deshacernos de la "lacra extranjera" (podría haber sido judía) que ensucia nuestras ciudades, ocupa nuestros puestos de trabajo y pone en peligro a nuestras familias. De hecho, la norma proyecta la creación de "Campos de Concentración" (de tránsito, perdón), donde los extranjeros sin documentos, serían inmediatamente encarcelados, hasta un plazo de 18 meses antes de ser deportados.
Se argumenta además, que existen cerca de medio millón de extranjeros indocumentados en Italia, lo cuales no trabajarían y se dedicarían a actividades delictivas. Es decir, si de 60 millones de habitantes en Italia, un 4,5% corresponde a extranjeros documentados, al sumarle esos 500 mil de indocumentados se llegaría a una cifra total de solo un 5,3% de la población de origen extrangero; muchos de los cuales son nacidos en Italia, pues este país no reconoce el derecho de optar a la nacionalidad a un nacido en Italia que no tenga origen Italiano.
Ahora bien, lo que ninguno menciona jamás en los medios, es que ese 5,3% produce el 9,2% del producto interno bruto italiano, es decir se trata de un colectivo que viene a Italia a trabajar, y que su participación en la economía tiene un impacto positivo. Tampoco se menciona que más allá de su nacionalidad, son seres humanos poseedores de una serie de derechos consagrados en la constitución italiana, y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (los menores de edad, además en la de Derechos del Niño); y que en tanto país firmante, dicha declaración es vilculante, es decir obliga a la legislación nacional a adaptarse a estos principios fundamentales.
Menos aún se hace alusión, a que el principal problema de "inseguridad" y delincuencia lo provoca la Mafia, la cual presenta un pasado reciente con altísimos índices de asesinatos, corrupción de funcionarios públicos, policías, jueces y políticos; índices que han descendido progresivamente, justo en la misma medida que se "creaba la sensación de inseguridad" a través de los medios de comunicación, cuando comenzaron a llegar extranjeros.
En fin, quizás lo que llama más la atención es la escasa atención que este hecho provoca en los medios, casi nadie reacciona al hecho de estar asistiendo al reflotamiento de políticas de tipo nazi-facistas. Como si no tomaran consciencia que se violarán "legalmente" los derechos de decenas y cientos de miles de ser humanos, solo por el hecho de no ser "italianos".
Quizás lo más triste, es que impedir la entrada de inmigrantes, y expulsar a cientos de miles que han hecho su vida en este país, no es más que la respuesta a las promesas de campaña, por las cuales estos señores resultaron electos. No olvidemos que en algunas las regiones del norte de Italia, la Lega Nord obtuvo casi un tercio de los votos, y que en Roma eligieron como alcalde a un "ex-fascista", que prometio expulsar a 20 mil indocumentados.
1 comentario:
Pensar en un orden global y local progresista es una de las fantasías que se creo para generar las condiciones de un estado totalitario, donde las cámaras lo ven todo, existe más determinismo de clase y biológico, más segregación cultural y económica... el futurismo italiano pensaba que la mayor demostración estética era la ciudad moderna debastada por la guerra... la sospecha de que todo eso ocurra en Italia con mayor rapidez que en otras latitudes como lo describes, no es más que la necesidad de hacer presente al futuro que a esta altura se hace cada vez más evidente (sigue siendo una apuesta racionalista y moderna)...
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