martes, 6 de abril de 2010

Carta abierta a Sebastián


7 de abril de 2010
Sebastián


No te desanimes. Es cierto que lo has hecho pésimo. Como dijo alguien por ahí, uno tiene una sola posibilidad en la vida para hacer un buen debut, y tú la desaprovechaste. ¿Qué le vamos a hacer?, el poncho te quedó grande y superaste hasta los pronósticos más pesimistas. Desde hace décadas que no se veía tanta improvisación en un gobierno y tanto bastonazo de ciego; como si no tuvieras idea que diablos hacer. Y aún quedan casi 4 años. En condiciones normales, despues de ti la derecha no volvería a gobernar en varias décadas más. Sin embargo, no todo está perdido. Siempre has sido un tipo con suerte y está no es la excepción.


La naturaleza te no sólo te regaló un terremoto para exculpar (y ocultar) tu inoperancia, sino (lo más importante) te hizo nacer en Chile, y por fortuna para ti los chilenos no somos seres racionales ni tenemos muy buena memoria. Si actuáramos racionalmente no te habríamos elegido y sin embargo lo hicimos, nos molestaría que nos mintieras, cuando en realidad nos da lo mismo. No sé si te das cuenta de tu fortuna. Ni siquiera nos importa que lo hagas bien o mal, pues no tenemos mucha idea de que diablos significa gobernar, ni menos que implica administrar un Estado.


Pero debes cuidar la forma, porque ello tampoco significa que te vamos a aguantar todo. No te muestres tan arrogante, porque como buenos arribistas somos medio acomplejados y nos desagrada que nos recuerden todo el tiempo que son superiores a nosotros. Queremos uno que parezca como nosotros, un “self made man” como diría Navia, exitoso y que nos haga creer que también nosotros podemos lograrlo. Pero tampoco seas muy condecendiente porque parecera que eres un tipo débil, sin don de mando; y nos gustará mucho el liberalismo, pero más nos gusta la seguridad de un patrón que nos diga que hacer.


Antes que tu vino una amable señora cuyo debut (sin ser tan malo como el tuyo) presagiaba un gobierno a los tumbos, y así fue. Se sucedieron malas decisiones, conflictos mal resueltos, contradicciones, errores garrafales y reformas a medias, que a la larga resultarán perjudiciales (o inútiles) a pesar de las buenas intenciones. A diferencia de su predecesor, que nos encantó a pesar de su megalomanía y cierta “ausencia de pulcritud” en la administración financiera, la señora no tenía mucho don de mando. Sin embargo, nos caía bien, porque siempre ponía el hombro, tal como hace la mamá de uno, y a pesar de su infinidad de “impresiciones”, la qusimos como nunca habíamos querido a un presidente. Pero claro ella es buena persona, y tu no. ¿Qué hacer?


Has de aprender. Sí, aprende de los que vinieron antes que tú. Al viejo anterior, ya no lo queremos, es demasiado pedante, pero puedes aprender de su retórica vacía. A la señora, en cambio, aunque se haya equivocado medio a medio en el terremoto (y en tantas otras cosas), la queremos igual. Pues en Chile, lo importante no es gobernar bien, sino hacer que los platos rotos los paguen otros y "estar con la gente". Por ejemplo, deja que tus ministros se muestren, se desgasten, se equivoquen y hagan declaraciones desafortunadas, y cuando explote el escándalo, mándalos a llamar y despídelos por no hacer bien su trabajo; y si no es suficiente, mándalos al sacrificio, como a la pobre Provoste.


Tú en cambio habla de cosas generales, de grandes principios, de grandes sueños, de visiones de un país maravilloso, aunque estén haciendo todo lo contrario. Ponte de nuestro lado, y que tus ministros y los parlamentarios hagan el trabajo sucio. A ellos, los políticos, no los queremos mucho, aprovéchalo. Habla de ayudar a la clase media, aunque les subas los impuestos y les quites derechos laborales, total nadie va a verificar la coherencia de tus palabras. Por suerte para tí casi no tenemos periodistas serios no hay medios independientes y nuestra memoria es frágil.


Tienes la oportunidad de hacernos soñar, de mentirnos, diciéndonos lo que queremos escuchar. Habla de la eficiencia, del éxito al alcance de todos, prométenos el desarrollo. Haznos creer que todos podemos transformarnos en exitosos empresarios. Pero no le hagas mucho caso a los fanáticos de tus aliados, que los muy envidiosos, harán todo lo posible por instalar su “agenda” ultra conservadora que no nos gusta tanto y que te quitará popularidad. Porque a fin de cuentas casi todos tenemos tejado de vidrio, y nadie quiere que se lo enrostren.


Te das cuenta de tu fortuna. Somos tan poco racionales que ni siquiera creemos en las evidencias. Así nos da igual que le pagues favores a tus amigos o que les des cargos a tus colegas de negocios. Así como nunca quisimos creer que habías estafado gente, que te habías coludido, que violaste la Ley, que usaste información privilegiada, que no respetabas los derechos laborales. Lo que nos importa es que eres un tipo vivo, ambicioso, que logra lo que se propone sin importar los medios. Tal como le gustaría ser a la mayoría de nuestro pueblo. Así que no temas. Lo harás pésimo, sin duda, pero si te manjeas bien en los medios, tu aprobación puede llegar muy alto, casi tan alto como tus negocios.


Sin otro particular se despide


Atte


Un consumidor/ciudadano

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